El alma de una persona retorna cada 1 de noviembre, permanece por 24 horas entre los vivos y luego vuelve a marcharse en un itinerario que solo se entiende en el mundo andino, donde las personas, según su contexto, pueden llegar a tener hasta once almas.
Así lo testimonia la investigación del antropólogo Milton Eyzaguirre, condensada en su libro Los rostros andinos de la muerte. Las ñatitas de mi vida, recientemente publicado por el Centro de Investigaciones de la Vicepresidencia. El trabajo de Eyzaguirre fue premiado como mejor tesis de maestría en 2016.
El mundo andino puede llegar a concebir la presencia de hasta once almas en una persona, o puede entender la presencia de distintas almas en hombres o mujeres. La presencia de este aspecto vinculado a la muerte está dentro de una concepción que recobra vigencia cada año en noviembre, considerado el Jallupacha, y que termina su ciclo en Carnaval.
Eyzaguirre habla de esa etapa en esta entrevista con el Periódico Digital del PIEB.
¿Cuáles son esos rostros andinos de la muerte que ha develado la investigación?
Está relacionado con la presencia de factores que son totalmente diferentes a la visión occidental. Por ejemplo el número de almas que tiene una persona y cómo estas almas se manifiestan en el resto físico que queda (después de la muerte). A los muertos secos que les llaman chullpas también les llaman mallkis, y mallkis son las plantitas que están retoñando, hay una vinculación entre la muerte y la vida.
Hay diferentes visiones vinculadas a la fertilidad, donde se manifiesta con mayor fuerza este concepto es en la presencia de las t´ant´awawas. ¿Qué tiene que ver una wawa de pan en una fiesta de muertos? La muerte va a generar la vida, por eso en varios contextos a los ancianos a punto de morir se les dice supay, que no tiene que ver con los diablos, sino con la muerte; a los niños recién nacidos y hasta los 7 u 8 años se les dice supay lloqalla o supay imilla, porque establece el vínculo de que los niños están viniendo de este espacio temporal.
¿Qué significa tener varias almas, es como tener varias personalidades?
Hay varias almas como el qamasa, el supan, el coraje, los chivis, que son las sombras, esto se manifiesta en la actitud que tienen las personas. Inclusive el número de almas denota la inteligencia de una persona, en algunas regiones se habla de dos almas, siete almas o de once almas, inclusive por género, en la región de la provincia Muñecas, en Luquisani, se dice que las mujeres tienen siete almas y los varones tres almas. Una de las almas se queda con el muerto, eso es lo que le da vigencia, porque normalmente esperamos que el alma llegue para Todos Santos, el día de difuntos, pero el alma está presente en los restos (físicos) a lo largo del año, por eso la ritualidad que se hace (en el rito de las Ñatitas) todos los lunes ofreciéndoles coca, flores, cigarro, alcohol, es fundamental en esta tradición.
En algunos casos cuando somos niños, las abuelas nos llaman el ánimo ante un susto, ¿se puede decir que ahí está un alma?
Es una de las almas, en la tradición occidental no se puede explicar que tu alma o ánimo se haya quedado en algún lado, en la tradición andina sí. Es como si tu fuerza vital se quedara en un espacio determinado y no tienes ganas de hacer nada, entonces tiene que venir el especialista ritual a recuperar esa tu alma y devolverte a esa composición espiritual que todos los seres humanos tenemos. La biomedicina no te puede explicar eso, cuando pasa algo se dice está enfermo, tiene diarrea, hay que rehidratarlo, etc., pero no funciona este tipo de soluciones médicas y hay que asistir al médico tradicional andino que es el yatiri o el chamakani, que te va a devolver al ciclo vital.
¿Qué significa las ñatitas específicamente?
La fiesta de las Ñatitas está vinculada con recordar al ancestro y el ancestro está relacionado con una tradición prehispánica. En el documento hay una línea conductora desde cabezas clavas en tejidos tiwanacotas o el mismo templete semisubterráneo; una tradición que considerábamos contemporánea tiene larga data, por eso se les llama ributos, ñascus, una serie de denominaciones están vinculadas con este tema. Por eso se celebra la fiesta de octavas del día de difuntos que es Ñatitas. Estamos iniciando un ciclo relacionado con la muerte que empieza con el Jallupacha en noviembre y termina en carnaval.
¿En qué contexto geográfico ha trabajado estas tradiciones?
He trabajando en La Paz, pero también en El Alto en el cementerio Tarapacá, he estado en Coroma y Chipaya, analizando datos vinculados con estos actores sociales, he logrado detectar unos 15 lugares en que se celebra, no con el nombre de Ñatitas, pero sí el grado de importancia en este contexto. Se puede trabajar visualmente esta fiesta solo el 8 de noviembre, porque después la presencia pública de Ñatitas se vuelve privada, he tenido que jugar en los dos espacios. Pero esta tradición tiene que ver con el contexto andino, lo quechua y aymara y lo puquina con los urus, es un elemento que va a vincular a todas estas sociedades desde la época prehispánica hasta la actualidad.
Fuente: Periódico Digital PIEB • 29-10-2017