[Noticia]
¿No ha sido sobrepasada la soberanía alimentaria por la soberbia alimentaria?, se pregunta la socióloga e investigadora Beatriz Chambilla, del Taller de Historia Oral Andina (THOA), cuya hipótesis es que los proyectos de desarrollo que comenzaron a introducirse hace más de 30 años al país cambiaron la matriz alimentaria desde la anterior generación.
Entre 2007 y 2008, el país vivió una momentánea escasez de alimentos con la falta de productos de primera necesidad en el mercado (azúcar, harina, aceite y otros). Esa coyuntura movió a la socióloga a preguntarse el porqué de estos conflictos que involucraban a agricultores y sectores de productores.
Chambilla considera que este problema tiene que ver con el desencuentro entre el saber alimentario de las distintas poblaciones del país y la soberbia alimentaria impuesta desde programas externos. En su criterio el saber alimentario estaba presente hasta los años 70 en la vida de la población, eso implicaba estar «en sintonía con la Pacha» según los tiempos (sequedad, humedad, heladas) de producción. En otras palabras consumir los productos de la naturaleza en su tiempo, y combinados con otros productos de distintos pisos ecológicos (especialmente de valles).
Pero su hipótesis es que los proyectos de desarrollo introdujeron en los 70 una «soberbia alimentaria» a las comunidades campesinas, de la mano de la construcción de iglesias. Las familias recibían cupos de harina, aceite, sardinas y otros productos que progresivamente fueron teniendo impacto en «el cambio en la dieta alimentaria», sustituyendo en el altiplano a la quispiña (preparado de quinua), el charque (carne seca), etcétera.
Chambilla afirma que este ingreso de los proyectos de desarrollo fue una oportunidad para los países con sobreproducción de alimentos de hallar mercados en nuestros países, sin embargo la repercusión más fuerte es que generó dependencia.
El otro factor es que la migración hacia las ciudades ha disminuido la producción de productos agrícolas, y actualmente el intercambio es más desigual puesto que si del campo llega papa a las ciudades desde las urbes se lleva un sinfín (refrescos, enlatados, preparados) de productos al campo.
En criterio de la investigadora las más recientes políticas del gobierno, desde la creación de industrias lácteas hasta el proyecto de un ingenio en Sanbuenaventura, continúan en el marco de la seguridad alimentaria porque tienen el interés inmediato de garantizar el abastecimiento de productos alimenticios, pero no están dentro de la soberanía alimentaria.
«No digo que haya que volver en el tiempo –dice la investigadora, ahora tenemos tecnología y tantas cosas (para producir), pero todo tiene su tiempo, su pacha, no (podemos comer) quinua todo el año, ésa es la conclusión. Tal vez (debamos) trabajar con los mismos empresarios» para combinar los alimentos por épocas.
La socióloga e investigadora Beatriz Chambilla participó del Diálogo Sobre Saberes Alimentarios para Vivir Bien, organizado por el Taller de Historia Oral Andina y la Fundación Rosa Luxemburgo.