El racismo no nace, se enseña; y lo que se enseña, también puede desaprenderse. Este boletín expone que el racismo y la discriminación están presentes en la sociedad boliviana. Queremos que la sociedad entienda que la diferencia no es una amenaza, es la riqueza que nos recuerda que podemos construir de formas diferentes, que todos tenemos derecho a existir con dignidad.

Nadie debe ser juzgado por su origen, su color de piel o su forma de hablar

El racismo no surge de manera espontánea ni se instala por sí solo en la mente de las personas. Es producto de un proceso social complejo, tejido a lo largo del tiempo por influencias históricas, políticas y culturales. Son representaciones falsas que refuerzan la superioridad de un grupo sobre otro, exaltando las propias cualidades mientras se desvalorizan las del diferente.

El racismo y la discriminación se sostienen en prejuicios que, con el tiempo, se normalizan y penetran en el lenguaje, los medios de comunicación, las instituciones y las prácticas cotidianas. Emergen con fuerza durante situaciones de conflicto, los discursos racistas cobran aún más fuerza, sirviendo como herramientas para sumar apoyo y justificar la exclusión o el ataque hacia ciertos grupos.

El uso de ciertas palabras ofensivas tiene un trasfondo ideológico que legitima la marginación y la violencia, categorizan a las personas por los estereotipos y les quitan respeto, dignidad y derechos.

Las múltiples caras de la discriminación

Las desigualdades en las sociedades contemporáneas, no operan de manera aislada. Las experiencias de discriminación se configuran en la confluencia de múltiples factores como la clase social, el género, la raza, la lengua o la religión, la migración y los desplazamientos forzados, la condición civil y la discapacidad… ¿Existen otros?

Este entrecruzamiento de condiciones es lo que la noción de interseccionalidad permite visibilizar como es el ejercicio del racismo y la discriminación. Un ejemplo recurrente pone a las mujeres en una posición de vulnerabilidad y muestra las múltiples caras de la discriminación. Una mujer indígena, de bajos recursos puede sufrir discriminación no solo por su género, sino también por su origen étnico y su posición económica o si es madre soltera, todo de forma simultánea.

Se revela por qué ciertas personas enfrentan situaciones de exclusión más severas o complejas y entender cómo se sostienen las estructuras de dominación. Es reconocer que el racismo implica una ideología de superioridad que se traduce en prácticas discriminatorias concretas como el caso de las madres solteras.

La sociedad las discrimina, las culpan por su situación cuando esto es productos de embarazos no planificados (violación, falta de educación sexual), la separación o divorcio, abandono por parte de la pareja y conflictos irreconciliables como la violencia. Recientemente, un político de procedencia cristiana Chi Hyun Chung califica a las madres solteras, como algo “anormal” transgresoras del “orden social”. Ser madre soltera no es una falta moral, es un acto diario de coraje y dignidad. Ellas no necesitan absolución, sino respeto.

¿Feminizar para humillar?

Uno de los recursos más recurrentes ha sido el uso del insulto sexista, donde la feminización del adversario se convierte en una estrategia para debilitar su imagen. En este contexto, todo lo que se asocia a lo femenino es tratado como sinónimo de debilidad, inferioridad o ridículo. Esta lógica reafirma una jerarquía social en la que las mujeres ocupan un lugar subordinado.

Como consecuencia, las mujeres —y especialmente aquellas que encarnan símbolos culturales propios de los pueblos indígenas— fueron ubicadas en el centro de la agresión simbólica. Un ejemplo claro es la pollera, lejos de ser vista como un elemento de identidad o dignidad cultural, pasó a representar lo que debía ser despreciado y utilizado para ridiculizar, todavía se viste con pollera a una persona como forma de sanción. Es una muestra de odio racial y sexista, junto con otros emblemas tradicionales indígenas.

La política deslegitima en lugar de dialogar

Durante ciertos momentos de tensión política, el lenguaje se transforma en un arma poderosa dañina de deslegitimación, es muy grave porque incita a la violencia física.

La palabra se vuelve estratégica, para marcar enemigos, para reducir al adversario. Es en este clima donde resurgen expresiones racistas, clasistas, sexistas o regionalistas, encubiertas bajo discursos de orden, tradición o defensa de valores. El insulto se normaliza como herramienta política y la violencia simbólica se instala por el peligro inminente a abrir la puerta a la violencia física, al hostigamiento social y al retroceso en los principios democráticos.

La política, entonces, se vuelve un campo fértil para la reproducción de prejuicios que estaban latentes. En lugar de acoger la pluralidad como signo de vitalidad democrática, ciertos sectores buscan imponer una sola forma de ser, de pensar y de pertenecer. Así, la palabra se instrumentaliza no sólo para ganar una elección, sino para definir quién ganará los espacios de poder político.

Las raíces… son profundas

La discriminación no es un problema menor, sus efectos alcanzan profundamente la vida social, deteriorando la convivencia, fomentando la intolerancia y abriendo espacio a expresiones de violencia, racismo y xenofobia. Estas actitudes están alimentadas por el miedo a lo desconocido, la desconfianza hacia quienes provienen de otros contextos culturales o nacionales, y una profunda falta de información. El rechazo a la diferencia, en lugar de ser cuestionado, muchas veces se refuerza desde espacios de poder y opinión pública.

La persistencia del racismo y la discriminación en Bolivia se manifiesta de formas diversas y en distintos escenarios, desde el sistema educativo hasta el deporte, pasando por los actos cívicos y la vida cotidiana.

Un hecho inolvidable sucedió en Sucre el 24 de mayo de 2008, campesinos identificados con el oficialismo fueron forzados públicamente a despojarse de su vestimenta tradicional, fueron golpeados e insultados. Este caso marco la historia boliviana develando la necesidad de una ley en contra estos actos de discriminación y racismo.

En agosto de 2009, el medio de noticias BBC relataba casos preocupantes: en El Alto, dos jóvenes provenientes del área rural fueron rechazados en una unidad educativa por usar abarcas, calzado tradicional indígena, en vez de los zapatos establecidos como parte del uniforme. Ese mismo año, en La Paz, se reportaron reacciones de violencia simbólica desde el otro extremo social: un grupo de indígenas cortó la corbata de un ciudadano por considerarlo un “q’ara”, término que refiere a una persona de tez blanca.

En septiembre de 2021, durante la conmemoración de la gesta libertaria de Santa Cruz Rómulo Calvo protagonizó actos considerados racistas contra un símbolo indígena, la Wiphala. El ámbito deportivo puede ser más repetitivo, el último fue en septiembre de 2024, el jugador ecuatoriano Luis Caicedo, del club Always Ready, denunció haber sido víctima de insultos racistas por parte de hinchas de Blooming durante un partido de fútbol.

Estos hechos, separados por años y contextos, revelan una constante, el racismo sigue presente y activo en las relaciones sociales bolivianas. Frente a ello, no basta con sancionar los actos, sino que es necesario transformar las estructuras y actitudes que lo permite y los reproducen. Cambiar empieza por revisar las palabras que usamos para nombrar a los demás.

Buenas intenciones vs intervenir cuando conviene

En respuesta a estas problemáticas, Bolivia dio un paso importante con la promulgación de la Ley 045 de 2010. Esta norma tiene como finalidad prevenir, sancionar y erradicar el racismo y toda forma de discriminación. Propone no solo la aplicación de sanciones, sino también la construcción de políticas públicas que promuevan el respeto, la equidad y la inclusión como principios fundamentales para la vida en sociedad.

Este compromiso está en sintonía con los objetivos de la Agenda 2030 de la UNESCO, que sostiene con firmeza la idea de “no dejar a nadie atrás”. Superar la discriminación requiere no solo normas legales, sino una transformación cultural que permita reconocer el valor de la diversidad y garantice que todos los sectores de la sociedad puedan vivir con dignidad y sin exclusión.

Pero los resultados de la ley 045 no se dejan notar. Algunos casos significativos para los medios de comunicación son relevantes y atendidos inmediatamente como el caso de una mujer con un niño que recogía tunas en una zona Sur de La Paz, tipificada como “residencial” fue agredida verbalmente ella y su hijo por su condición mujer, en situación de pobreza e indígena. Rápidamente los agresores fueron arrestados, no sucede lo mismo si el agresor o agresora pertenece al partido político de gobierno, pertenece a una elite o grupo influyente.

Aliados o cómplices, los medios de comunicación ante el desafío antirracista

Los medios de comunicación tienen un rol clave en la construcción de una sociedad más equitativa, y por ello asumen responsabilidades específicas en la lucha contra el racismo y la discriminación. Tienen la obligación social de destinar espacios regulares para la difusión de contenidos que contrarresten el racismo y la discriminación. Deberían ser acciones espontáneas, pero están obligados.

Al tenor de la ley 040, obliga a los medios a la difusión de contenidos que promuevan el respeto a la diversidad y los derechos humanos, está regulado de acuerdo al tipo de medio de comunicación.

  • La televisión debe asignar al menos veinte minutos al mes en horarios de alta audiencia.
  • Las radioemisoras, el compromiso es aún mayor, cuarenta minutos mensuales también en franjas preferenciales.
  • Los medios impresos, como diarios y semanarios, deben reservar por lo menos una página al mes, mientras que las revistas deben publicar media página con esta temática, siempre en secciones de alta visibilidad.
  • Por su parte, los periódicos digitales deben garantizar un espacio mensual dedicado a estos contenidos.

¿Existe alguna regulación que verifique que la normativa se cumple? ¿Qué pasa con las redes sociales?

Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial

El 21 de marzo quedó marcado en la historia como un recordatorio del costo humano que puede tener la discriminación racial. Ese día, en 1960, la brutal represión en Sharpeville, Sudáfrica, dejó 69 personas muertas a manos de la policía mientras participaban en una manifestación pacífica contra el régimen del apartheid. Este hecho conmocionó al mundo y puso en evidencia cómo el racismo estructural puede traducirse en violencia letal.

A raíz de este suceso, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el 21 de marzo como el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, conmemoración que se mantiene desde 1966. Esta fecha no sólo invita al recuerdo, sino también a la acción, en un contexto donde la discriminación sigue tomando nuevas formas. Hoy, sus expresiones alcanzan no sólo a personas afrodescendientes, sino también a pueblos indígenas y comunidades migrantes, revelando que la lucha contra el racismo sigue siendo una tarea urgente y colectiva.

Construyamos igualdad para transformar y respetar

En PachaKamani pensamos que la intervención para tener una sociedad sin racismo y discriminación implica cambios en varios niveles de la sociedad:

Educación e información

  • Incluir contenidos obligatorios sobre historia de pueblos indígenas
  • Promover la pedagogía inclusiva y enfoque intercultural.

Campañas de sensibilización

  • Campañas en medios tradicionales y digitales que visibilicen el impacto del racismo y promuevan el respeto a la diversidad.
  • Involucrar a figuras públicas, artistas y deportistas en mensajes de inclusión y antidiscriminación.
  • Exigir a los medios el cumplimiento efectivo de sus obligaciones en la difusión de contenidos educativos sobre racismo y discriminación.
  • Establecer mecanismos de denuncia y sanción ante discursos de odio o contenidos discriminatorios en medios y redes sociales.

Formación obligatoria sobre Derechos Humanos

  • Implementar talleres periódicos sobre derechos humanos, racismo estructural y trato igualitario en el sector público y empresarial.
  • Incluir la perspectiva intercultural en la formación del personal de salud, seguridad y justicia.
  • Asistencia legal, psicológica y mecanismos rápidos de denuncia y protección.

Crear espacios de diálogo

  • Fomentar encuentros interculturales para fortalecer la tolerancia, convivencia, el respeto y el reconocimiento mutuo en barrios, escuelas y organizaciones sociales y otros.
  • Impulsar procesos de justicia restaurativa en contextos donde se hayan producido actos de racismo.

El racismo y la discriminación son construcciones sociales hacen que el lenguaje se convierta en una herramienta de deslegitimación y violencia simbólica, refuerzan desigualdades históricas. Reflexionar sobre esta realidad nos obliga a asumir una responsabilidad colectiva, no basta con decir, rechazar el racismo; es necesario cuestionar las estructuras que lo sostienen, a partir de allí, generar cambios y actuar.

Hasta aquí el boletín, a continuación de proporcionamos los sitios de referencia de la información desarrollada en este boletín. Te invitamos a consultarlos.

Fuentes e información adicional

Página web del Banco Mundial

Publica los resultados de una campaña contra el racismo en Bolivia realizada el año 2023. Se denomina “Un millar de historias sobre racismo en Bolivia”

Encuentras las historias narradas como cuento donde las personas describen sus experiencias y reflexiones sobre la temática. Hay enlaces a los cuentos de los ganadores.

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Actividades para abordar el racismo en el aula

Proporciona enfoques de abordaje del racismo en ciclos de primaria y secundaria.

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Plan Multisectorial de Desarrollo Integral para vivir bien contra el racismo y toda forma de discriminación 2021 – 2025

Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización.

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Ley N° 045 Ley contra el racismo y toda forma de discriminación, 8 de octubre de 2010

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Reglamento de Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, DS Nº 762, 5 de enero de 2011.

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