La región de Pasto Grande, ubicada en la provincia Sud Yungas del Departamento de La Paz (130 kilómetros), es uno de los sitios arqueológicos más relevantes, en su género, por la masiva presencia de las terrazas o takanas de cultivos precolombinos. Este sitio se encuentra principalmente en el sector de Lambate y fueron descubiertos prácticamente, por casualidad, en 1976 durante los trabajos de la apertura de un camino. Actualmente, esta región es la cede para la celebración del “Mara T’aqa” o Año Nuevo Aymara.
Al llegar a Pasto Grande, contamos con el recibimiento del Sub Alcalde de Lambate el Sr. David Aro, que con en coordinación con la Alcaldía de Irupana son los principales organizadores del evento.
La celebración del Mara T’aqa 5516, tuvo lugar en una cancha de futbol, ubicada a los pies del sitio arqueológico Pasto Grande (donde la principal característica es la presencia de tacanas y pequeños centros ceremoniales en la cima de los cerros). Por la distancia, el lugar carece de energía eléctrica; por ello, los focos y la amplificación, utilizados en ese momento, funcionaban con la ayuda de generadores de energía.
Las autoridades, tanto municipales como comunitarias, se ubicaron en el “palco” al borde sur de la cancha; junto a ellos se exponían los trofeos para los ganadores del concurso de música autóctona y las competencias deportivas, que se realizarían al día siguiente. El resto de la cancha se encontraba rodeado de carpas de “poncheras”, que junto al fuego, eran un motivo para calentar el cuerpo y reunir a la comunidad en un compartimiento general.
A nuestra llegada (pasada la media noche 12:30), ya había iniciado la fiesta, donde participaron varios conjuntos de música Autóctonas de las comunidades aledañas, entre los principales estaban las Centrales: Entre Ríos, Lambate, Santa Rosa, Pariguaya y Taca; interpretando Sikuris, Tarkas, Moseñada y un trío de música folklórica; estos grupos intercalaban su interpretación durante toda la noche. No faltó la presencia de una amplificación que se utilizaba para los anuncios, dar la palabra a las autoridades y para complementar con música variada (cumbias y folklore principalmente).
El ritual comenzó con la preparación de la waxt’a (desde hrs 02:30 am. hasta 04:00 am.). Los encargados eran El Amawt’a (invitado de La Paz) y su ayudante (“soldado”); iniciaron la preparación en el centro de la cancha, convocando a las autoridades, tanto municipales como comunitarias. Se preparó una sola waxt’a de gran tamaño, iniciando la ch’alla respectiva, pidiendo la autorización de los uywiris (seres protectores) como la Pachamama y una serie de Achachilas entre ellos el Illimani; colocaron uno tras otro todos los elementos, con la participación activa de las Autoridades, especialmente al colocar las nueces, que se repartieron a cada autoridad; posteriormente se abría la nuez y mediante la observación del interior de ella, se calificaba la suerte de la gestión de cada autoridad. Al terminar la preparación de la ofrenda ritual, se la envolvió en un awayu (tejido del lugar) para posteriormente subir al “cerro” a entregar la ofrenda.
Luego, en el mismo sitio, se realizó la wilancha (sacrificio de una llama); para ello, nuevamente se inició con la ch’alla de autorización y el amawt’a procedió al sacrificio de la llama que formaría parte de la ofrenda que se entregaría al dios Sol. Posteriormente continuo la realización de la ceremonia “hacer pasar la waxt’a” y “el recibimiento del Sol” (desde hrs. 06:20 am. Hasta 07:15 am.). El Amawt’a dirigió la comitiva que acompañaría a la ofrenda rumbo a la cima del llamado “cerro” (donde se encontraban los templos precolombinos). Una vez que se recibió el Sol, con las manos extendidas para recibir su energía, retornaron a la cancha y las autoridades dirigidas por el Amat’a, procedieron a enterrar a la llama sacrificada al lado norte de la cancha.
Uno de los elementos más interesantes fue el intercambio de productos agrícolas entre pisos ecológicos (desde las 07:00 am. hasta el medio día). Varios productores agrícolas del lugar se reunieron mientras se realizaba el ritual, expusieron sus productos y procedieron al trueque
o intercambio de productos, entre los agricultores de los Yungas (que trajeron principalmente frutas) y los del Altiplano (que trajeron principalmente papa, ch’uño y tunta). En este intercambio no se utilizó dinero, sino fue por producto.
Una de las actividades organizadas como parte del festejo, fue la competencia deportiva (desde las 08:30 am.). La Alcaldía de Irupana organizó una competencia de carreras, en la que participaron jóvenes y señoritas de las comunidades aledañas, a las cuales se les otorgaron copas como reconocimiento de su participación.
– Y más tarde inició el festival de Música Autóctona (desde hrs. 09:00 am. hasta 10:30 am.), con la participación de las comunidades de La Plazuela, Rio la Banda, Tres ríos, San José de Llojeta, San Ana, Chicaloma e Irupana; que conformando grupos de música participaron del festival organizado por la Alcaldía y Sub Alcaldia de Lambate. Estas comunidades participaron con las siguientes danzas: dos Sikuris, Tarkas (Salinas), Moseños, Tarkas (Ullaras) y Pinkillos. Este fue uno de los momentos de mayor presencia ya que también bailaron las autoridades.
La celebración del Año Nuevo Aymara, en definitiva se consolidó y se encuentra en plena etapa de expansión; una muestra de ello, son las nuevas celebraciones del Año Nuevo Aymara en diferentes regiones del país. La ceremonia de Pasto Grande tambien se realiza en festejo del recibimiento del dios Sol, pues la espera del mismo es el momento más importante. Las entrevistas realizadas, nos permitieron definir que para las comunidades el objetivo inicial para realizar el Año Nuevo Aymara, conocido en esta región como Mara Taq’a, fue principalmente de promocionar el sitio arqueológico de Pasto Grande y, posteriormente se fue añadiendo un carácter identitario, como referente a la recuperación de la cultura.
Como conclusión general, se puede afirmar que este evento es de importancia, ya que aglutina a dos sectores poblacionales pertenecientes a diferentes pisos ecológicos, como es el altiplano y los valles. Los intereses turísticos y económicos de estas comunidades, por lograr hacer del sitio arqueológico de Pasto Grande un lugar más conocido, es evidente; pero es interesante ver como se están implementando aspectos de recuperación y revalorización de la identidad y la cultura de los pobladores de estas regiones.