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Los pueblos en aislamiento voluntario son una realidad también en el territorio boliviano, dice el antropólogo Bernardo Fischermann, quien afirma que existen dos casos de urgencia para atender, Ayoreo y Pacahuara, y por lo menos otros cuatro grupos que habitan en áreas protegidas.
En entrevista con el Periódico Digital del PIEB, Fischermann afirma que ha trabajado con grupos ayoreos recién salidos del bosque, y advierte que ellos conocen de la existencia de la sociedad oficial y discuten a veces la posibilidad de salir, «es que las experiencias con nuestra sociedad son negativas».
Entre los Ayoreo existen siete grupos sin contacto, uno de ellos enteramente en Bolivia, cuatro en el territorio de Bolivia y Paraguay, y dos exclusivamente en Paraguay. El antropólogo considera que justamente el grupo Ayoreo en Bolivia es uno de los dos casos de urgencia en el país. Los miembros de este pueblo, dice, están a unos 120 kilómetros al sur de Pailón, en Santa Cruz, y han sido presionados en 2008 por terratenientes, especialmente por uno de ellos, para abandonar esas tierras.
El otro grupo que necesita atención de urgencia es el de los Pacahuara, que se presume están en el departamento de Pando. «La CIDOB había pedido un territorio para ese grupo de 53 mil hectáreas –explica–, pero el gobierno ha dado a una concesión maderera esa zona. Según he leído en un periódico de Pando, se ha hecho juicio a esa decisión, y el juez ha decidido que no hay indígenas, ¿de dónde lo va a saber? En diciembre había una reunión de parte de CIDOB en Cobija, estaba la Viceministra de Justicia Indígena Originaria Campesina, ella sí ha ido, ha hablado con los Pacahuara y ellos han confirmado la existencia (de otro grupo Pacahuara en aislamiento), se ha ido a Brasil donde también hay un grupo Pacahuara, también han confirmado. Ella ha hecho un proyecto sobre pueblos indígenas altamente vulnerables, pero en febrero han cambiado a la (vice)ministra».
Fischermann dice que otros grupos confirmados en aislamiento voluntario son los Yuquí, los Toromona que figuran en la Constitución Política del Estado aunque lo más probable es que sean un grupo Esse Ejja (por informaciones del Perú), los Araona y el grupo Simba de guaranís que rechaza completamente al Estado y a sus instituciones, y están ubicados en el extremo sur de Santa Cruz, cerca de Chuquisaca.
«No hay investigaciones sobre ellos, los datos vienen de indígenas mismos o de antropólogos, casi todos extranjeros, muchas veces son grupos pequeños», dice Fischermann, antes de aclarar que estos grupos tienen distintos matices: algunos admiten contactos con «amigos» (otros indígenas, investigadores o guardaparques), otros rechazan (como los Simba) todo vínculo con el Estado, otros pueden llegar a matar a un forastero si tienen un avistamiento casual.
Contactarse o aislarse Los grupos en aislamiento voluntario están generalmente dentro de Parques Nacionales o Áreas Protegidas que les garantiza cierta seguridad a su vida, pero su territorio se achica cada vez más, tienen problemas y comienzan a discutir qué hacer, avanzar hacia buscar contacto o retirarse todavía más, dice Fischermann.
¿Cuál sería el mejor procedimiento en estos casos, el Estado debe intervenir para garantizar por lo menos la salud de estos pueblos o respetar el aislamiento? El experto afirma que si bien el contacto es altamente problemático, los grupos aislados no tienen ninguna resistencia a enfermedades y podrían morir en caso de salir del bosque sin apoyo. Por ejemplo hace algunos años el servicio de salud intervino para combatir la tuberculosis entre los Yuquí, que estaba diezmando al grupo.
El otro problema es la integración a la sociedad respetando su cosmovisión. El antropólogo dice que hubo un proyecto en Paraguay para el asentamiento de un grupo salido en 1987, el problema es que ubicaron a grupos enemigos en un territorio, el resultado fue un contacto no deseado que provocó el suicidio de varios de los miembros del grupo. En cambio, en 2004 se planificó la salida de otro grupo Ayoreo con el apoyo de médicos, enfermeras y antropólogos, de modo que las 18 personas que salieron sobrevivieron y desarrollaron plan de manejo de su bosque, y continúan viviendo de la cacería y la pesca, las artesanías y la miel.
Con todo, «es un problema que no se puede ignorar», dice Fischermann.
Bernardo Fischermann fue invitado por la Asociación Departamental de Antropólogos de La Paz a dar una conferencia sobre este tema en el ciclo Noches de Antropología, que se realiza cada lunes en el Museo de Etnografía y Folkore (MUSEF) de la ciudad de La Paz.