La trasgresión cultural casi siempre ha sido rechazada, digo casi siempre, porque la cultura popular de nuestro país, al igual que la cultura ancestral enraizada en nuestra área rural, han dado paso a un elemento que se ha convertido cotidiano en su uso. Es el “nylon” (pronunciado en nuestro medio como “nailon”, “nailuna”, “wulsa”, “bolsita nailon”, etc.).
Éste objeto material se ha introducido en nuestro medio y, por ende, en nuestra manifestación cultural; es decir, su uso se ha hecho frecuente dentro los distintos grupos étnicos de nuestro país. El origen étnico no es importante al momento de usar este elemento, el “nylon”, debido a su funcionalidad, la misma hace que uno no cuestione ni su procedencia ni su implicancia en el ecosistema.
Es interesante observar que el uso se hace desmedido e, inclusive, con una profunda ignorancia, tanto de la elaboración como del grado de contaminación que este implica. Es por eso que podemos indicar que la funcionalidad, debido a la necesidad, hace que este elemento haya roto esquemas tradicionales en su uso. El ingreso no es reciente, sin embargo su frecuencia se ha incrementado considerablemente. Su uso es observado en los automóviles, construcciones, puestos de venta, como envoltorios, contenedores, protectores, etc. Antes la carne adquirida en las carnicerías se envolvían en papel, las hamburguesas (otro artículo extranjero), para llevar, se las preparaban en unos sobrecitos de papel, en cambio hoy, este material ha sido reemplazado por el “nylon”.Garavito (2004) indica que el plástico tiene un carácter “estelar y omnipresente… omnienvolvente”.
Pero introduzcámonos en mayor profundidad. El nylon, es un elemento globalizador silencioso y aceptado por todos quienes no son ecologistas, es decir: una mayoría que vive la vida sin cuestionamientos sobre la suerte y futuro de este planeta. Su consumo no cuestiona su procedencia aunque ésta implique una trasgresión cultural silenciosa. Es, a su vez, un elemento unificador de clases sociales ya que ricos y pobres los utilizan de igual manera, la diferencia es que unos lo usan nuevos y otros en cualquier estado.
Los “campesinos” y mineros de nuestro país se han apropiado del “nylon” como un contenedor para la sagrada hoja de coca. En ella la transportan dentro sus bolsillos y con ella se relacionan durante el “akulliku” o “pijchu”. Sin embargo, va reemplazando lentamente a la “ch’uspa” y al “tari”, que son parte de la manifestación cultural de los grupos étnicos aymara y quechua, principalmente.
La elaboración del presente artículo, surge a raíz de la observación hecha en la exposición de Cecilia Lampo “Maneras de Ser”, en donde uno de sus sectores muestró el amplio espacio de uso en el que se aplica el nylon. Es por eso que realizamos este pequeño acápite que concierne al análisis de la manifestación cultural y su cambio paulatino y silencioso.
* Fernando Claros Aramayo, es antropólogo e investigador de MC
[Agradecemos nuevamente a Fernando por enviarnos este interesante articulo. Kamani]