El Anata Andino en Oruro

“…Todas las celebraciones católicas, mantuvieron el calendario de las celebraciones nativas…”
Josermo Murillo V.

Marco A. Zabala M.*

El Anata es una celebración simbólica y representativa del tiempo en que los cultivos han florecido, está vinculado al trabajo agrícola de las comunidades andinas. Ello se expresa en las cargas de flores y productos que son llevados por quienes participan de la entrada que se celebra este jueves en Oruro.

Los participantes llegan a la ciudad de las distintas provincias del occidental departamento, con sus propias características en cuanto a música, baile, indumentaria, según la región. Hay que destacar la participación de las personas con doble residencia (campo – ciudad) en esta celebración, que juegan un rol muy importante en la organización de los distintos grupos.

El Anata Andino, fue organizado por primera vez por la Federación Única de Trabajadores Campesinos de Oruro, manteniéndose así hasta ahora. Se ha convertido en uno de los principales atractivos que ofrece la ciudad de Oruro durante las fecha de carnaval, aunque, por supuesto, con su propio sentido y significado relacionado con el respeto y agradecimiento hacia la “madre tierra” dentro la cosmovisión de los pueblos originarios.

El Anata Andino no escapa a la mirada de los habitantes de la ciudad de Oruro. Muchos vivimos y observamos esta celebración con diferentes enfoques: unos, con admiración y respeto; otros, con indiferencia. Sin embargo, para poder conocer un poco más de su origen conviene apuntar algunas relaciones históricas que tiene esta celebración y la trascendencia que tuvo en tiempos pasados en la región.

La celebración del “Anata” data de muchos años atrás, quizás con otros denominativos. Según algunos autores, los pueblos antiguos que habitaban esta región tenían sus propias deidades. Con el transcurrir del tiempo fueron transformándose por el efecto de migraciones. Estas últimas fueron generadas por la búsqueda de riquezas mineras, pues el trato económico y social en esta región era mejor que en Potosí.

Las tradiciones de los pueblos ancestrales, sin embargo, se van desarrollando en el entretejido social de la ciudad de Oruro, como en el caso que nos ocupa. En lugares aledaños, sin embargo, mantenían su “original” celebración – claro – con algunos cambios producidos por la dinámica cultural.

La Anata llevó su propio camino en el área “rural”, y ya en el contexto “urbano” se fue complementando con otros símbolos y sentimientos que fueron importados de otras latitudes del mundo. La espiritualidad ancestral todavía tiene una fuerte influencia en el vivir de muchos de nosotros, sino directamente, por lo menos como referente de nuestros allegados. Es normal para mucha gente realizar k’oas, y agradecer a la tierra (Pachamama), Dios o la Virgen, para que nos favorezcan en nuestros pedidos. Sentimos el reflejo de la dinámica social constante que ha estado latente en nosotros, y eso nos debe permitir acercarnos: “otros a otros”, “otros a mi”, “yo a los otros”, permitiéndonos ver que los supuestos diferentes caminos nos llevan a un solo fin como seres humanos. La necesidad de reconfortarnos espiritualmente con diferentes manifestaciones, en este caso el agradecimiento por los dones de la naturaleza, esto es “El Anata Andino”.

*Marco A. Zabala M. es investigador de la Unidad de Cultura del Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA).

———————————————–
Fuente: PIEB
Fecha de publicación original: miércoles 18 de febrero de 2009
Dirección URL: http://www.pieb.com.bo/nota.php?idn=3586

Comparte este contenido:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *