[En la polémica del origen de las Alasitas y del ekeko publicamos un artículo, como muchos otros, publicados en el 2006 que ratifican a Bolivia como se epicentro de práctica y origen]
Esperanza, prosperidad y encuentro. Es la fiesta de Alasita, aglomera a un gran número de personas que se reúnen para adquirir miniaturas que simbolizan algún objeto que se quiere obtener en el transcurso del año. En Alasita los artesanos en miniatura elaboran documentos, alimentos, ropa, adornos, muebles, accesorios, artefactos del hogar y del trabajo, edificios, casas, terrenos, dinero, autos, todo lo que pueda imaginar que representan el cotidiano vivir de la gente este donde este.
El 24 de enero de cada año, es dedicado a esta actividad cuyo principal personaje es el ekeko, iqiqu, o simplemente ekeko, es una deidad que simboliza la abundancia, su actual figura es la de un hombre gordo cargado de muchos objetos y un cigarrillo en la boca, los brazos extendido, cuyas manos agarran billetes.
La tradición estipula que debe comprarse estos objetos de miniatura a las 12:00 del medio día, por significar una “buena hora”, para realizar esta compra y tener asegurada su adquisición real a lo largo del año o en el futuro.
En el pasado precolombino y republicano se acostumbra a guardar objetos pequeños que simbolizan la producción, como protección de estos productos para que la vida de la comunidad sea prospera
Actualmente, las autoridades comunitarias, mama t’alla y jilaqata están consignados a tener guardado replicas de la comunidad, vale decir, figuras de llama, alpacas, ovejas, toros, productos de la chacra como papa, chuño, granos y otros, que se convierten en illas que son amuletos que atraen la abundancia a la comunidad.
Cada persona casada o soltera, hombre o mujer, le corresponde una clase de illa, así existen illas de protección contra las enfermedades, las maldiciones y otras que buscan garantizar la prosperidad personal o familiar.
Al comprar una miniatura en Alasita se convierte en una illa, que debe ser ch’allada (rociada con vino, alcohol, flores y coca) intercomunicando al objeto, la persona que compra con las deidades de la pachamama (madre tierra) y los achachilas (los cerros) quienes facilitan en el futuro que el objeto comprado sea real. La religión católica aprueba estas manifestaciones culturales, precisamente algunas personas que hacen ch’allar recurren también a la bendición del sacerdote combinando ambas creencias.
Las illas de producción (ganado y producción de la chacra) tienen otra faceta, se han convertido en pasaportes, autos, casa, ropa, etc., que simbolizan la vida urbana, ejemplo que las creencias aymaras han transcendido las costumbres urbanas, llegando a otros estratos sociales quienes son ahora, los que mantienen la creencia de prosperidad comprando miniaturas. Las miniaturas que reflejan la esperanza de obtención de deseos “pequeños” hechos “grandes”.
Gloria Villarroel s.
Artículo publicado el 2006 en: http://www.winaybolivia.com/articulos/alasita_art.htm
Gracias, por culturanizarnos y mantener nuestras tradiciones,